Riesgos profesionales

La Audiencia Provincial de Jaén ha absuelto a una profesora que había sido condenada por castigar a un alumno que estaba hablando en la clase poniéndole de cara a la pared y que, como no paró de hablar, le llevó a otra pared cogiéndole del cuello y después del brazo, lo que el tribunal entiende como una actitud de "indisciplina" del menor ante la que la maestra hizo uso de su derecho a la corrección.

Los hechos se desarrollaron a principios de junio del pasado año, cuando una profesora de un centro de Andujar (Jaén) castigó a un menor de siete años de edad porque estaba hablando con otro niño y le puso de pie frente a la pared, "si bien como el niño siguió hablando se acercó a él cogiéndole por el cuello y de esta forma lo trasladó a otra parte de la clase donde le agarró el brazo", tal y como se recoge en el contenido de la sentencia.

Además, precisa que en el parte judicial de asistencia en urgencias no se le apreciaron lesiones al menor, pero por las referencias que ofreció se le diagnosticó "agresión, contusión cervical anterior y miembro superior izquierdo".

Ante estos hechos, el juzgado de Instrucción número tres de Andujar condenó a la profesora por una falta de lesiones al pago de una multa de 120 euros, fallo ante el que se alzó la denunciada.
Así, la Audiencia fundamenta tras examinar los informes médicos que el facultativo que atendió al menor no le apreció lesión alguna y únicamente se constató lo que el niño contó que le había pasado y "a partir de ahí se consignó el tipo de lesiones que con ello se pudo producir, pero sin observarse ni apreciarse el menoscabo efectivo de la integridad física".

A todo ello añade que no se aprecia en estos hechos la concurrencia de un "dolo genérico de lesionar". "Resulta evidente la ausencia de esa intención, pues difícil es imaginar que con la conducta consistente en coger al niño y llevarlo cara a la pared porque la maestra le había advertido varias veces que no hablara se hubiera producido el resultado, que en todo caso ni fue buscado de propósito por la profesora (dolo directo) ni fue representado como posible (dolo eventual)", argumenta.

La Audiencia igualmente expone que el propio niño afirmó que le castigaron porque estaba hablando, con lo que se trata más bien de una actitud de "indisciplina" del alumno y "ante un derecho de corrección por parte de la profesora", sin que se considera que su conducta sobrepase los límites de ese derecho.

1º.- ¿Cómo puede un Servicio de urgencias diagnosticar agresión, contusión cervical anterior y miembro superior izquierdo, sin apreciar lesiones y sólo por lo que ha referido el niño?

2º.- Entiendo que esto es iniciado por los padres del menor sin haber oído a la profesora. Palabra de un menor de 7 años contra de la de una docente.

3º- Sin comentarios

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Comunicar en tiempo de crisis

Hoy me gustaría dar un par de pinceladas sobre la importancia, en esta situación de crisis e incertidumbre en nuestras empresas, del uso de la comunicación interna entendida como aquella que se realiza en el ámbito interno de la organización, a través de los canales preestablecidos al efecto y por medio de los sujetos que pertenecen al conjunto de toda la organización, para servicio exclusivo interno.

Tengamos en cuenta una serie de aspectos como que el ser humano, necesita comunicarse. El hacerlo bien, regular o mal, puede repercutir en nuestro trabajo y de rechazo en la organización en donde se ubica; todo el mundo comunica, aunque no lo sepa o no lo detecte y es muy difícil alcanzar una comunicación real, fluida y positiva, porque aún en las mínimas formas de comunicación, se ponen en juego una serie de percepciones, de roles culturales, de complejos, de miedos, que la dificultan.

Las ventajas de la existencia de una buena comunicación interna son numerosas:

Desaparición de los rumores como sistema de información.
Se incrementa la participación entre todas las personas de la organización.
Mayor productividad por parte de todos los empleados.
Se hace aumentar el sentimiento de pertenencia a la organización.
Se fomenta la creación de una cultura de la organización.
El incremento de información incrementa a su vez la disposición individual al trabajo.
Se mejoran las relaciones entre los mandos y los subordinados.
Se mejoran las relaciones de puro compañerismo.
Disminuye la confidencialidad mal entendida.
Se establecen las condiciones necesarias para una mayor exigencia en momentos necesarios, etc.

Y no podemos obviar que también existen desventajas de la no existencia de la comunicación interna como:

Se acrecientan los rumores como forma de comunicación entre los empleados.
Se desmotiva al personal, que no se siente identificado con los objetivos de la organización.
Aumentan considerablemente los fallos de trabajo y de relación mutua.
Disminuye la atención en el trabajo. Se aíslan las personas entre ellas y respecto a los distintos estamentos directivos.
Se motiva el egoísmo personal, al verse poco identificado con la organización.
Se producen interferencias entre los distintos estamentos de la organización y aumenta la falta de credibilidad respecto a los mandos.

Os adjunto una serie de consejos para la implantación de un sistema de comunicación fiable y eficaz:

Evitar la rutina en los planes de comunicación.
Saber escuchar.
Ponerse en la piel del otro. Comprenderle.
Dar la sensación de que se tiene todo el tiempo del mundo.
Saber coger los problemas de frente "coger el toro por los cuernos".
El tiempo no cura nada o casi nada y en el campo de la comunicación, menos.
Mantener un fluido informativo constante y progresivo con los subordinados.
Tratar por todos los medios de comprender las razones del otro.
La razón no suele estar sólo de un bando y, fundamentalmente, establecer revisiones periódicas de los planes de comunicación interna.

Los principales peligros que nos podemos encontrar a la hora de implantar un buen sistema de comunicación en nuestras empresas es no saber establecer una relación de confianza con los subordinados, no ser sinceros con nuestro/s interlocutores en los contenidos informativos que les trasladamos, no saber ser buenos receptores, o sea no saber escuchar, bien sea por imperativos de tiempo, de trabajo, de forma o por cualquier otra causa.

Escuchar es muy dificil

"La comunicación es el único medio para motivar a las personas".
Lee Lacocca, empresario automovilístico americano

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El río de la vida

En el año 2005 tuve la suerte de poder asistir a una conferencia – coloquio donde uno de los ponentes era Germán González Andrés . Hoy os traigo a mi pequeño rincón un cuento que nos relató en dicha ponencia sobre Inteligencia Emocional – La Felicidad en el trabajo y os invito a que si tenéis oportunidad le conozcáis porque es diferente, es innovador y tiene una capacidad de llegar a la gente más allá de donde uno mismo quiere ir.

“Siendo niño, muy niño, vivía yo en una pequeña aldea de Chuquisaca (Bolivia). Cuando apenas tenía 7 años oí hablar a mi padre del Río de la Vida.
Intrigado, me puse manos a la obra y lo busqué, lo busqué con todas mis ganas, con todas mis fuerzas, con todo mi anhelo. Buscando, buscando, un día encontré un río, había visto otros muchos, pero rápidamente me di cuenta que ese era el Río de la Vida.
Me descalcé, me subí los pantalones hasta las rodillas y me introduje en él.

La temperatura del agua era agradable, estaba rodeado de peces de colores, mientras andaba con los brazos abiertos, notaba que las piedras del fondo eran lisas. Flotaban en el agua pétalos de rosas y de fondo se escuchaba música de Mozart. Me encontré con un pez que me empezó a acompañarme en mi paseo por el cauce. Andamos, andamos y llegamos hasta una cascada de agua fina y cristalina.

Allí jugamos y jugamos hasta el atardecer y cuando apenas quedaba luz, emprendimos el camino de regreso. Llegamos a donde había salido, me despedí de mi nuevo amigo, cogí mi ropa y volví hacia mi casa. Llegué tarde y al entrar miré a mi papa quien al verme, con mucha serenidad y sin reñirme me dijo: “yo de pequeño también estuve allí”, pero nunca más pude volverlo a encontrar.

El niño le dijo a su papa: ¡no te preocupes!, con el bocadillo que no me comí, deje un camino de migas y mañana seguiremos el rastro y podremos volver.

A la mañana siguiente, padre e hijo, iniciaron el camino. ¡Las migas no están!, exclamó el niño. Quizás el viento se las llevó o quizás los pájaros se las comieron.

Se pusieron a buscar y buscar, pero no, ¡no lo encontraron!. Y pasó el tiempo, los días, las semanas, los meses, las estaciones, años.... Tres años después, apareció un anuncio en la aldea que informaba a todos de la próxima construcción de una presa 40 kms mas arriba de donde vivíamos. ¡Necesitaban mano de obra, decía el anuncio!.

Corrían malos tiempos, éramos una aldea pobre: vamos papa, es una oportunidad.

Y los dos juntos se pusieron en camino en pos de una oportunidad que les permitiera mirar al futuro con optimismo. Al llegar al lugar citado en el anuncio, se encontraron en una explanada dentro de la selva, una oficina de madera y una larga cola de gente que, como ellos, también esperaba su oportunidad. Por fin les llegó el turno y al entrar, detrás de una mesa había un señor muy grande, con muchas arrugas, el pelo muy blanco y un gran bigote.

El pequeño, lejos de intimidarse por la situación, se quedo mirando fijamente una pared. Había allí colgado uno de esos grandes mapas con relieve, donde se veían con claridad las montañas, el campo, las llanuras, los ríos... Se puso muy contento, tanto que ya no se acordaba para que estaba allí.

Quizás, quizás si busco, pueda volver a encontrar el Río de la Vida.

De repente, aquel Señor fuerte, se acercó a mí y me preguntó:
¿qué buscas en el mapa?. El río de la vida, le contesté. El, me miró muy seriamente y con voz profunda y mirada directa me respondió:
¡El Río de la vida no existe!.
¡Si existe, yo me he bañado en él!
¡Imposible, estarás confundido, el río de la vida no existe!.
¡De verdad que si!
¡Imposible, nadie lo ha podido ver!.
¡Si, mi papa y yo nos bañamos en él!.
¡Papá, díselo, tu también lo pudiste ver!.
¡Dile si existe o no!.

El papá, que necesitaba el trabajo, se volvió hacia mi y con voz baja y temblorosa dijo: “hijo este Sr. es un experto y si dice que el río de la vida no existe debe ser porque no existe”.

Allí aprendí algo, ..................... Yo tenía que tener mucho cuidado con los expertos. Un experto sabe lo que sabe, nada más. ¡El río de la vida existe, porque yo me bañé en él.

Te digan lo que te digan, sigue pensando en ti y cree en tu historia y lucha por ella.

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